5 de junio de 2013

Hasta el propio ex alcalde de Vélez Málaga, Antonio Souvirón (@asouvi), se hizo eco de la noticia en su cuenta de Twitter. Los dueños de perros del ayuntamiento de Brunete reciben en su casa, a vuelta de correo, los excrementos que se han dejado en la vía pública. Mierda envuelta en una graciosa cajita blanca, para concienciar a la ciudadanía de la necesidad de mantener el pueblo limpio. Y para avisar: la próxima vez te puede caer una multa de entre 30 y 300 euros.

Hay que reconocerlo: nuestros gobernantes suelen ser expeditivos cuando deciden corregir una conducta. Sobre todo si existe la posibilidad de una sanción monetaria que incremente el volumen de las arcas "públicas". Y en este caso, además, han sido creativos. O lo ha sido la agencia de publicidad que ideó la maniobra.

El trámite resulta más engorroso cuando es el ciudadano quien tiene que reclamarle a la administración. Si no, que le pregunten a la señora que se rompió la pierna al intentar cruzar una calle llena de cera en Torre del Mar. Tres años de litigio le ha costado que el Consejo Consultivo de Andalucía le diera la razón y ordenara a la empresa de limpieza pagarle una indemnización.

Yo me siento en el banco de plaza que sale en la foto. Alrededor de una hora, dos veces cada día. Sí, al lado de ese cucurucho de cagadas pestilentes que los dueños civilizados de perros han recogido, embolsado, atado y depositado en su sitio. Me he informado. Las heces caninas transmiten infinidad de enfermedades: giardiasis, criptosporidiasis, tricuriasis, amebiasis, anquistomiasis y más iasis.

Llevo en este plan alrededor de un mes. Mientras aspiro el olor a excrementos podridos por nariz y boca, con los sentidos que me quedan libres vigilo que no venga la policía. Llevar el perro suelto y sin bozal supone una multa automática, veloz como un rasca de la Once. La otra alternativa sería pillar alguna afección de las mencionadas e intentar la vía sinuosa del reclamo legal. Se sabe que lo importante es el dinero. La salud va y viene. Lo peligroso es el riesgo que se corre de morir durante el proceso.

Más sencillo sería copiar la idea de la agencia Maccann. Así los habitantes de los pueblos, aldeas y ciudades de España, podrían enviarle a la casa del político de turno las cagadas que se mande. Debidamente envueltas, claro. Contra reembolso. Aunque para cobrarle la respectiva multa haya que contratar otro creativo.

goo.gl/7Agqg
goo.gl/s5TnS

0 comentarios:

Publicar un comentario

Subscribe to RSS Feed Follow me on Twitter!